SORPRESAS TE DA LA VIDA
El otro día quéde con una amiga y mientras esperaba por ella delante del portal de su casa, escuché la conversación de dos yonkis que también estaban allí.
Ambos vivian en el edificio de mi colega y estaban esperando una visita que tardaba en llegar.
Aunque la chica tenía un móvil, los yonkis decidieron utilizar la cabina de la acera de enfrente para llamar a su visitante que no acababa de llegar. En plena calle Urzáiz, una de las principales de la ciudad, el chico ayudó a la chica a cruzar, pero en lugar del tradicional paso de peatones, ellos prefirieron utilizar un nuevo sistema, que básicamente consistía en lo siguiente:
1º El chico se coloca detrás de la chica que pretende cruzar la calle.
2º Le ayuda a bajar el escalón de la acera.
3º Una vez sobre el asfalto, le dá un empujón cuando cree que hay espacio suficiente para cruzar.
4º Si hay suerte ella llega al otro lado de calle, pisa unas cuantas flores y ¡voilà! hoy ha salido bien.
Después de tanto sufrir para poder llamar, va el tipo y aparece justo cuando ella descolgaba el teléfono. No es que fuera tan simultáneo, es que ella tardó bastante tiempo en descubrir que parte del teléfono era "descolgable".
Los tipos le gritaron a la chica para que no usara el teléfono (me pregunto si llevaba monedas), así que ella intentó cruzar de nuevo para regresar al portal. Como tardaba, porque no tenía a nadie que la empujara, los tipos entraron en el portal.
Al final la yonki consiguió coger impulso y cruzó, pero de repente comenzó a mirar hacia todos los lados extrañada, girando sobre si misma, como si al cruzar la calle hubiera viajado en el tiempo. No sabía ni donde estaba, ni donde estaba su gente. Empezó a caminar calle abajo, avanzaba un poco, se paraba a mirar hacia arriba, y luego seguía bajando. Después vi como subía unos metros y finalmente la perdí de vista.
Cuando se dieron cuenta de que la tipa ya debía haber vuelto, los yonkis, salieron del portal y la buscaron sin mucho éxito. Uno de ellos decidió subir calle arriba. Pensé decirle que se equivocaba, pero no fui capaz, era como en una película, yo solo era una expectadora, no podía interferir.
Afortunadamente la chica consiguió llegar de nuevo al portal por su propio pie. Allí le esperaba su compañero, que curiosamente, era el mismo que estaba con ella cuando yo llegué. Naturalemente faltaba el que había salido a buscarla y empezarón a preguntarse donde estaba.
En ese momento me di cuenta, ¡era un déjà vu!. Yo ya sabía lo que iba a pasar, él la ayudaría a cruzar para llamar al tipo por teléfono, pero entonces, justo entonces... llego mi colega y me fui.