BIENBENIDOS A CULLEREDO, TIERRA DE KOALAS
El primer año que viví en la residencia de estudiantes lo pase sin apenas ver la luz del sol porque la mayoría de los residentes dormíamos por el día y hacíamos vida nocturna.
Esporádicamente, para hacer algo de ejercicio salíamos a hacer footing nocturno. No sé por qué pero correr de noche es peligroso.
Un día al amanecer, por variar un poco el circuito, decidimos hacer "campo a través" y nos metimos por un monte. Había una especie de sendero rodeado de maleza y fuimos por él.
Al cabo de un tiempo, encontramos el muro de una parcela y empezamos a escuchar ladridos. Yo me preocupé un poco, pero me tranquilizaron al explicarme que un perro no saltaría un muro tan alto. Seguimos corriendo siguiendo el sendero pegado al muro hasta que encontramos un boquete en el muro, y allí estaban los perros, esperándonos.
Hechamos a correr (más rápido) y esta vez por el medio de la maleza. Creo que los perros no llegaron a salir de la parcela, pero el susto fue importante y los rascazos en las piernas también.
No contentos con la primera aventura, seguimos con la costumbre de correr por la noche, pero sin alejarnos del camino.
Una noche, alrededor de las 3 o 4 de la madrugada fui con otro chico a hacer footing y al llegar a una carretera oscura la historia pareció repetirse.
Comenzamos a oir los ladridos de lo que aparentaba ser un perro grande, pero no veíamos nada, así que no sabíamos si estaba suelto o no, ni siquiera le vimos la silueta, solo le escuchábamos cada vez más cerca.
El miedo se apoderó de nosotros y el instinto de supervivencia hizo que nos subiéramos a un poste, uno por cada lado a modo "koala". No sé cuanto tiempo pasamos allí arriba, pero sí sé que vimos una luz a lo lejos, y cuando el coche estubo lo suficientemente cerca de nosotros nos dimos cuenta de que estábamos subidos en un cartel que ponía "Benvidos o Concello de Culleredo".
Estoy segura de que en aquella noche, el que pasó más miedo fue el conductor de aquel coche.
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