viernes, julio 21, 2006




LA MEJOR ANÉCDOTA QUE HE OIDO JAMÁS


Hace ya algún tiempo escuche la anécdota más asombrosa que jamás había escuchado. Estaba escuchando el programa radiofónico "No somos nadie", que escucho de vez en cuando muy a mi pesar, pues preferiría que Gomaespuma regresara al horario matutino (que es el que puedo oir).

En el programa de Pablo Motos (un gilipollas integral) hay una sección en la que participan los oyentes (la única parte del programa que a veces es interesante). Se propone un tema y la gente llama para contar sus experiencias. Ese día preguntaron a la gente qué partes del cuerpo conservaban en casa (pelo, uñas, muelas...), un asco, vamos.

Una oyente llamó para contar el caso de la familia de su novio. Por lo visto (lo contaba como cierto), la madre de su novio tuvo un aborto y conservó el feto en un tarro con formol. Lo tenían expuesto en el salón y los sobrinos del novio de la oyente le llamaban "el tío frasquito". Dijo que en las reuniones y celebraciones familiares (navidad, cumpleaños...) acostumbran a hacer comentarios del tipo: "El tío frasquito siempre estará con nosotros" o "Siempre nos quedará el tío frasquito". PARA ALUCINAR!!!

jueves, julio 13, 2006





¡YA TENGO EDAD PARA CONTAR BATALLITAS!



Allá por el chiquiticuantos, vivía yo en una residencia de estudiantes. Un día fuimos a una urbanización cercana a pasar el rato y mangar algo como bombillas, ladrillos, señales de tráfico..., lo típico que hacen los estudiantes universitarios.
No sé por qué, ese día pensamos que sería divertido llevarnos una pesada maceta de barro que estaba dentro de una parcela en la que había una casa que parecía deshabitada.
Para entrar en la parcela había que saltar un muro de aproximadamente 1,80 metros.
Hicimos un sorteo para decidir quien entraba. El sorteo consistía en que todos señalábamos a un chico para que fuera él, y siempre señalábamos al mismo. Era un tipo extremadamente delgado, le llamabámos "1/2 Kilo" (Medio para abreviar). Supongo que lo escogíamos porque pensábamos que si lo pillaban podía desaparecer más facilmente que los demás.
Una vez hubo saltado el muro intentó levantar la maceta, pero pesaba demasiado (era el contrapunto de ser el más escurridizo), probó con otra un poco más pequeña que tampoco levantó y al final escogió la más pequeña (parecía el cuento de los tres ositos).
Cuando tenía la maceta en los brazos, todos escuchamos el ladrido de un perro en el que no habíamos reparado hasta el momento, pero que estuvo en el interior de la parcela y a la vista de todos desde el primer momento. Era un perro tranquilo, hasta que le tocamos las macetas.
Medio miró al perro, el perro le ladró. Medio miró la maceta, miró al perro y volvió a mirar la maceta. Finalmente, al son de "¡Corre Medio, corre!", soltó la maceta y corrió, saltó el muro y siguió corriendo hasta desaparecer.
El perro no llegó a moverse, llegamos a preguntarnos si sería de cartón-piedra. Lo único que se movió fue la maceta que quedó en la misma posición, intacta, pero a unos 3 metros de su posición original.
De vuelta a la residencia, mientras todos pensaban en la cara de los dueños de la casa cuando notaran que alguien había intentado robar una maceta tan fea, yo creía que alucinarían imaginando cómo la maceta se había desplazado ella sola. Siempre he sido muy independiente.

jueves, julio 06, 2006






PÁNICO EN LA PISCINA. UNA LOCA AGREDE A LAS ABUELITAS.


29 de junio de 2006, último día de las clases de natación en la piscina municipal.


Para celebrar el inicio de las vacaciones de los monitores, nos propusieron jugar un partido-pachanga de waterpolo. Para mi sorpresa, mis compañeros de grupo se negaron a jugar, horrorizados.


Pensé, aunque no les comprendía, que querían dar clase normal, hasta que una hizo el siguiente comentario: Yo estoy operada de la cadera. La operación me costó mucho dinero y no quiero operarme de nuevo.


¡Qué exagerada es alguna gente!, pensé. Finalmente de mi calle solo fuimos dos a jugar .


Antes del partido nos explicaron las reglas del juego de una forma muy significativa, la monitora lanzó la pelota al agua y gritó: ¡VALE TODO!.


Reconozco que en ese momento me asusté un poco.


Comenzó el partido con total normalidad. En mi equipo nos fuimos organizando un poco: tu arriba, yo me quedo aquí, que aquel defienda...¡lo normal! Pero la verdad es que nos quedó bien la cosa y enseguida nos pusimos a la cabeza en el partido. Los del otro equipo se picaron y el ambiente se tornó un tanto violento.


Las mujeres "mayores" (por no llamarles viejas de mierda) no variaron en absoluto su juego. Ni se movieron más, ni más rápido, ni mejor, simplemente se volvieron agresivas. Comenzaron a golpearme sistemáticamente en brazos y piernas, cada vez que pasaba cerca, independientemente de quien tuviera la pelota.


Una de ellas me clavó sus afiladas uñas en el pecho, noté como me escocía por culpa del cloro. Sus garras me dejaron una marca que hoy todavía conservo como recuerdo. Más tarde me di cuenta de que su intención no era clavarme las uñas, sino agarrarme el bañador a la altura del pecho. Me di cuenta porque me metió mano muchas veces.


La pelota salió fuera del campo y fui a por ella cuando otra "vieja" se me echó encima, justo cuando saltaba la corchera contra la que me espeté lastimándome la pierna en lo que hoy es un gran moratón amarillo y morado que da mucha grima. Cuando finalmente consigo la pelota aun tiene los santos cojones de decirme: - dámela que sacamos nosotros.


¡Sí, claro!, pensé. Da gracias que no te meta el pie en la boca, y le lancé la pelota a uno de mi grupo.


Aunque en númerosas ocasiones les informe de que me hacían daño , las agresiones no cesaron, hacia el final del partido me dolía todo el cuerpo. Me estaba cabreando, ¿qué pensaban? ¿qué no me sé defender? ¿qué por ser mayores tengo que respetarlas?


La paciencia tiene un límite y yo no tengo paciencia. Me estaba esforzando por contenerme, primero porque pensé que lo hacían sin darse cuenta, luego porque eran mayores, más tarde por no ser abusica... y al final lo hacía unicamente por discreción, por no dar el cante.


Lo qué más me dolía es que las viejas no se daban cuenta de esto. Ignoraban que lo único que les estaba salvando el pellejo era el esfuerzo que hacía para controlarme. Iban a terminar el partido pensado que soy una pusilánime a la que pueden zoscar sin temor a represalias, en vez de una chica educada y comedida que respeta a la tercera edad.


Pensando en esto al final me cegué. La vieja de las uñas iba a sacar la pelota tras un gol por cortesía de la que escribe. Yo intentaba hacer un tapón, sin tocarla, solo con brazos estirados intentando detener el saque. La mujer no dejaba de golpearme en el brazo sin mover la pelota, solo golpes en el brazo, uno y otro, y otro más, todos en el mismo punto, con una intensidad muy molesta... gggrrrrrr. No aguanté más.


A esta gente hay que enseñarla. Tienen que entender que son mayores, que tienen menos fuerza, menos reflejos... es inevitable (ya nos llegará a todos) pero cuanto antes lo entiendan, mejor. No hay que perder la dignidad agrediendo a la juventud.


La empuje bajo el agua e impedí que sacara los brazos, se revolvió lo que quiso. La dejaba salir a respirar y la volvía a hundir, sin lastimarla, solo para que se diese cuenta de que soy más fuerte y que no le zurré antes porque no quise.


Cuando terminé salió bastante desfigurada, con el gorro medio caído, pero sonriente. ¡Si al final lo que quería era caña! No se quejó, no dijo nada, porque sabía lo me había hecho ella a mi. Después no se me volvió a acercar.



P.D.: No le dejé marcas ¡Eh!