jueves, marzo 13, 2008

La Vespino Rossi



Hace ya muchos años yo era atleta, en aquella etapa de mi vida el deporte era muy importante para mi. Entrenaba en Balaidos prácticamente a diario y me encantaba sentirme en forma. Si en aquella época me hubiesen dicho que iba a terminar como estoy ahora (floja) no lo hubiese creído.
Cuando volvía a casa, si había suerte, me acompañaba otra chica que también entrenaba en mi gimnasio, era maja. Recuerdo especialmente un día en el que subiendo por la calle Tuy iba un señoriño montado en una especie de moto plegable muy ridícula, nos dio un ataque de risa porque el tipo adoptaba una postura más que apropiada para cagar y parecía avanzar a cámara lenta.
Encorvada y con lágrimas de risa en los ojos nos estábamos empezando a recuperar cuando, de pronto, esta chica se incorporó con brusquedad y me agarró del brazo. La miré y vi que señalaba hacia la carretera. Miré y sentí un escalofrío recorriéndome la espalda - ¡mira a ese!
Por la misma calle bajaba un tipo en una moto del chiquiticuantos pintada de rosa y azul pastel cuyo motor hacía un estruendo horroroso, además, el hombre llevaba un casco extraño que se abombaba por arriba dándole aspecto de hormiga atómica.
Nos partimos de la risa mientras yo cruzaba los dedos y me giraba un poco para que mi padre no pudiese verme desde la moto. Si me hubiese saludado en ese momento, creo que me hubiese caído muerta, le dije que no comprase aquel casco portugués, pero me ignoró como cuando le dije que no pintara con aquella pintura que había sobrado de no sé qué la moto de antes de la guerra que le cambió mi tío por mi bici. ¡Que vida cruel!

Nota: para los mayorzotes como yo, recordáis la canción del vespino rossi, una bici hortera de los 80. Recuerdo como papá me cantaba lo de "súbete a mi moto.." y yo escapaba despavorida.