MI ACCIDENTE DE TRABAJO
Una nueva empresa nos acababa de contratar y tenía que visitar al gerente en su casa, donde tenía un pequeño despacho.
No conocía la zona, y como en muchas otras ocasiones, las referencias que me daban erán iglesias y campos de futbol - Vas hasta el campo de futbol del Mosqueiro, giras a la derecha y después ves una capilla y a la izquierda hasta el crucero...
Los mapas de pueblos deberían hacerse de campos de futbol e iglesias e vez de caminos.
Di muchas vueltas para encontra el lugar. Hasta tuve una peculiar competición con una viejecita que iba en bici, que me adelantó en numerosas ocasiones y yo ella en otras tantas.
Finalmente decidí apostar por una casa y me acerqué. Aunque se oía gente en el interior nadíe respondía a mis llamadas. No había timbre ni portal en el muro de cierre, así que entré en la parcela para llamar a la puerta de la vivienda.
Cuando estaba llegando sentí un calor intenso en la pierna y al girarme vi que se me había anexado un enorme pastor belga negro que comenzó a enterrar sus colmillos en mi pierna. Me quedé paralizada con el susto y comence a gritar pidiéndo auxilio.
Acudieron los dueños de la casa y el perro me soltó sin desgarrar nada más que el pantalón. Ante la perplejidad de los dueños del perro les explique quién era y a quién buscaba. Me dijeron que a quien buscaba era a su vecino y ni siquiera me ofrecíeron pasar para ver si tenía una herida grave. Yo estaba deseando irme, así que tampoco insistí.
Llorando a moco tendido me fui hasta la casa del vecino y cuando llegué a su portal vi que tenían un cartel de "cuidado con el perro". Me costó horrores dejar de llorar para llamar al timbre.
Cuando me abrieron les dije quien era y que me había mordido el perro de su vecino. En esta ocasión tampoco me ofrecieron pasar a lavar la herida, a pesar de que la pierna me ardía terriblemente. Me dijeron que ese perro ya había mordido a más gente y nunca lo tenían atado - pues me quedo más tranquila - pensé.
Aun por encima, me hicieron pasar al lado de su perro. Yo no me atrevía, porque en ese momento sentía un pánico atroz y ellos lo único que hacían era decirme - pasa mujer, que no muerde - El perro no parecía muy feroz, pero yo no estaba dispuesta a comprobar si era cierto o no. Y pensaba - claro, no muerde, por eso teneis un cartel de "cuidado con el perro" en la puerta - Finalmente, después de mucho insistir y al ver que me quedaba petrificada pegada a la puerta decidieron agarrar al perro sin mucho interés.
Tras hacer el trabajo a toda velocidad (no podía concentrarme con la pierna infectada) me fui. Conduje varios kilómetros con el pantalón lleno de babas pegado a la herida ardiente y llorando a viva voz.
Al llegar a Pontevedra llamé a mi mamá, porque solo las mamás pueden consolarnos en una situación así. Alarmada me dijo que fuera a la mutua (tema que yo desconocía por completo).
Llamé a mi empresa pero me dijeron que no sabían qué mutua teníamos (cabrones delincuentes), que me atendieran en urgencias. Como no estaba para discutir me fui al centro de salud.
Me dijeron que la doctora de urgencias no estaba, pero que si me daba prisa podía encontrala en la cafetería.
Cuando llegué y vi que estaba tomando unas cañas, sentí un fuerte desasosiego interior que pronto desaparecío porque la doctora me atendió fenomenal. Volví a desconfiar cuando no me quiso firmar ningun parte para la empresa, no dejó ninguna constancia escrita de mi presencia ese día.
Un mes después comprendí que la tipa era una cretina. Me puso la vacuna del tétanos pero no me hizo cartilla de vacunación y para las siquientes dósis tuve que pegarme con el médico que no se fiaba de mi palabra y me abroncaba como si la incompetente fuera yo.
Eso sí, cuando volví a la oficina me sentí como un héroe herido en combate. Solo me faltó poder enseñar la herida de guerra a pesar de que era impresionante, con forma en boca de perro con todos sus dientes.
- ¿Donde te mordío?
- En la pierna
- A ver...
- No
- ¿Por qué?
- Porque no
- ¡LE MORDIÓ EN EL CULOOOOO!!!