
LA DAMA DE LA GUADAÑA
Cuando estaba en la universidad me saqué el carné de conducir.
Algunos fines de semana nos veníamos para Vigo un grupo de coleguitas y yo. Como todavía era novata conducía muy despacio y el viaje era eterno.
Aquel día de invierno, viernes por la tarde, ya había oscurecido. La carretera Coruña-Vigo es bastante lúgubre, la lluvia y la niebla ayudaron a crear un clima propicio para relatar "historias de mucho miedo", y en eso estábamos. Contábamos las típicas leyendas urbanas tipo "la chica de la curva" y la del tipo al que llamaban "rambo" que vívia huído en los montes de Galicia y se dedicaba a entrar en las casas a matar ancianos.
- ¡Te imaginas que nos aparezca el rambo en una curva!- Comentó una compi.
En ese momento, todas vimos una silueta en el asfalto, la silueta de un ser encapuchado portando una guadaña, ¡la dama de la guadaña!
¡Es la MUERTE! grito una, y todas chillamos al unísono, hasta creo que pisé el acelerador con mayor intensidad.
Se nos pasó el susto cuando pasamos al lado del paisano que venía de currar en la finca con su guadaña y su chubasquero.
Aquel día de invierno, viernes por la tarde, ya había oscurecido. La carretera Coruña-Vigo es bastante lúgubre, la lluvia y la niebla ayudaron a crear un clima propicio para relatar "historias de mucho miedo", y en eso estábamos. Contábamos las típicas leyendas urbanas tipo "la chica de la curva" y la del tipo al que llamaban "rambo" que vívia huído en los montes de Galicia y se dedicaba a entrar en las casas a matar ancianos.
- ¡Te imaginas que nos aparezca el rambo en una curva!- Comentó una compi.
En ese momento, todas vimos una silueta en el asfalto, la silueta de un ser encapuchado portando una guadaña, ¡la dama de la guadaña!
¡Es la MUERTE! grito una, y todas chillamos al unísono, hasta creo que pisé el acelerador con mayor intensidad.
Se nos pasó el susto cuando pasamos al lado del paisano que venía de currar en la finca con su guadaña y su chubasquero.

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