miércoles, mayo 14, 2008

UN SUPERMAN CON CASCO

No se debe bromear con los accidentes de trabajo, pero es que a veces no te dejan otra salida.
Hace unos años me llamaron para que fuera a una obra a echar a un tipo que por lo visto estaba borracho. ¡Manda güevos! que habiendo en la obra un aparejador, un jefe de obra y unos cuantos encargados tenga que ir yo, asesora de prevención, con mis pinzas del pelo, mi bolso rosa y mis chanclas, a echar a un borracho porque los demás temen que se ponga violento. ¿Acaso creen que llevo un ladrillo en el bolso (eso solo pasó una vez y no creo que nadie lo recuerde) o que los borrachos no pegan a las mujeres?, no sé que es más absurdo.
Bueno, el caso es que cuando llegué estaban todos esperándome en silencio y cuando entré me iban señalando con la mirada por donde tenía que ir. Reconocí al fulano al momento por su forma de oscilar a un lado y al otro, ajeno a la conspiración que habían tramado sobre su persona.
Nunca antes me había enfrentado a una situación parecida y no sabía muy bien como empezar, claro que un - ¿está usted borracho? - o un - ¡pero que te has metido alma de cántaro!- no parecían adecuados para aquel momento.
Finalmente opté por un - ¿se encuentra bien? parece usted algo mareado.
El hombre me empezó a contar que tenía un montón de problemas, que estaba deprimido, que le habían recetado unas pastillas (que acompañaba con vino, porque le cantaba el aliento cosa fina) y que ya notara que se mareaba en el coche mientras conducía (no hay más accidentes porque no cuadra). Al final le convencí para que se fuera a la mutua y le hiciesen un informe para poder realizar los trabajos (en un andamio) y que no podría entrar en la obra hasta que lo tuviera.
Vamos, que resolví el entuerto despejando balones. O en la mutua le negaban el permiso de trabajo o en la obra no le volverían a dejar entrar.
Me fui tranquila y en las siguientes semanas no volví a saber del tipo. Sin embargo, cierto día, un "anónimo" nos contó que alguien se había caído desde el ático (5 plantas), pero que no le había pasado nada.
Fui hasta allí enseguida y aunque me costó sonsacar al encargado, al final confesó que quién se había caído era el mismo tipo que yo había echado (que quede claro que no forma parte de mi trabajo vigilar la entrada o echar gente. Les puedo decir que se vayan, que si no quieren, no me tienen porque hacer caso, porque ni soy su jefe ni les puedo dar instrucciones. Yo solo hago informes, no mando nada).
Además de la conversación surrealista con el encargado:
- Me han dicho que hubo un accidente.
- Ah, me entró una china en el ojo, pero ya estoy bien.
- No, ese no, me dijeron que cayó un tipo.
- Pues no sé, sería en otra obra.
- Ya, ¿y el agujero que hay en techo del edificio de al lado?
- Ah bueno, es que fue hace mucho y no me acordaba.
- (Ni que pasaran meses como para olvidar algo así)
- Se cayó tu amigo. Pero, ¿quién te lo contó?

El mejor momento fue cuando llegó su jefe mientras hablábamos. Yo sabía que el jefe sabía lo del accidente y que el encargado no sabía que el jefe lo sabía, pero el encargado y el jefe sabían que yo lo sabía y entonces se produjo la siguiente estúpidez:
Jefe - ¿De qué hablais? (dando pie a que el encargado diga la verdad)
Yo - Del accidente del otro día (dando pie al encargado para que confiese)
Jefe - Es verdad, ¿de qué es el agujero que hay en el tejado de al lado? (poniéndolo a güevo)
Encargado - Nada hombre, que se cayó un trozo de vigueta de los de la fachada. Pero ya fuimos a por ella.

Y delante de mi le mintió, como solo se miente a una madre.

Resumiendo, lo más sorprendente de esta historia fue como un tipo chuzao que se cae de un 5º vive para contarlo. Segun la versión que me llegó, el tipo se colgó de una cuerda a lo "tarzán" para llegar no-se-sabe-a-donde para coger no-se-sabe-qué y, como era de esperar, perdió el control y cayó a cámara lenta resbalando por la cuerda dejándose la "piel en el pellejo" durante 5 pisos.
Al llegar abajo se soltó, porque se le acabó la cuerda, y volvió a caer sobre una placa ondulada de algún material plástico que milagrosamente amortiguó el golpe, pero que terminó por romper, de modo que el tipo calló desde unos tres metros al interior de un garaje.
Cuentan que un tipo que estaba en el del garaje vio como un tipo caía del techo, se levantaba, se sacudía y se iba caminando por su propio pie mientras pedía disculpas.

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